domingo, 19 de julio de 2009

FILOSOFÍA HINDÚ - BHAGAVAD GITÀ

ANÁLISIS DEL BHAGAVAD GITÀ


LA FILOSOFÍA HINDÚ Y EL PRINCIPIO DE NO VIOLENCIA

“Para obtener la carne, es siempre necesario herir a un ser vivo, lo cual es un grave impedimento para alcanzar la bienaventuranza celestial; por lo tanto, hay que abstenerse de comer carne”; “Habida cuenta del desagradable origen de la carne y de la crueldad de aprisionar y matar seres vivos, es necesario abstenerse por completo de comer carne”. Puesto que no podemos crear, no tenemos derecho a quitar la vida a ningún ser vivo, y, por lo tanto, las leyes humanas que hacen diferencias entre matar a un hombre y matar a un animal son imperfectas… según las leyes de Dios, matar a un animal es tan grave como matar a un hombre. Quien hace diferencias entre ambas acciones está inventando sus propias leyes. Incluso en los Diez Mandamientos se prescribe: “no matarás”, esa ley es perfecta pero la gente la interpreta de forma equivocada, pensando: “No mataré a ningún hombre, pero puedo matar a los animales”. Quienes razonan se engañan a sí mismos y crean dolor para ellos y para los demás. “Todos somos criaturas de Dios, sea cual sea el cuerpo en que vivamos, el traje que vistamos. Dios es el padre supremo de todos. Un padre puede tener muchos hijos, unos inteligentes y otros no, pero si un hijo inteligente dice al padre: “Mi hermano no es muy inteligente, voy a matarlo” ¿creéis que el padre va a estar de acuerdo? Del mismo modo, si Dios es nuestro padre supremo, ¿por qué iba a consentir que matemos a los animales, que también son hijos Suyos?













KARMA Y REENCARNACIÓN

“En la sociedad humana, si un hombre mata a otro, se le condena a muerte, o se le castiga. Así es la ley. La gente, debido a la ignorancia, no ve que existe un Estado más grande, gobernado por el Señor supremo. Todas las criaturas son hijas del Señor, y el Señor no tolera que se mate a ninguno de Sus Hijos, ni aun a la más pequeña hormiga. Quien así lo haga, será castigado por ello.”
La pena de muerte es el castigo más grave que puede imponer un Estado; por otra parte, no hay sacrificio mayor que dar la propia vida por salvar a los demás. Está claro, pues, que la vida es algo muy valioso, pero, pese a ese gran valor que se le atribuye, cada año en el mundo, se envían al matadero miles de millones de animales indefensos. Se trata de un exterminio que no es necesario para asegurarse el alimento diario. Además, es económicamente disparatado y éticamente reprobable.
En el más grande de los textos espirituales de la India clásica, Bhagavad Gità, el Señor Krishna explica que el alma es la fuente de la conciencia y el principio vital presente en el cuerpo de todos los seres vivos. Esa fuerza vital, de idéntica calidad espiritual en todos los seres, es distinta y superior a la materia que constituye la forma material temporal. En el momento de la muerte, del mismo modo que una persona se cambia de ropa, el alma indestructible transmigra a otro cuerpo físico.
Bhagavad Gità: “del mismo modo que una persona se pone ropa nueva y deja de lado la vieja, el alma acepta nuevos cuerpos materiales y abandona los viejos e inútiles.”
EL VIAJE DEL ALMA

Los Vedas explican que el alma, denominada atma, puede habitar un cuerpo de cualquiera de las especies. En esas especies, la complejidad de la forma física varía, comenzando con los microbios y amebas, continuando por los acuáticos, plantas, insectos, reptiles, aves y mamíferos. Y culminando en los seres humanos y los semidioses. Llevada de su deseo de disfrutar de la materia, el atmá viaja continuamente por esos diferentes cuerpos, en un interminable ciclo de nacimientos y muertes (samsara).
La actividad de la mente es el principal impulso que lleva a la entidad viviente a transmigrar de un cuerpo a otro. La Gitá dice: “El estado de vida que se recuerda en el momento de abandonar el cuerpo es el estado de vida que se alcanza, sin duda alguna” Nuestra mente registra continuamente todos nuestros pensamientos y deseos, y el conjunto de esos recuerdos inunda nuestra conciencia en los últimos instantes de la vida. La naturaleza de nuestros pensamientos en ese momento crucial nos empuja hacia el cuerpo físico más adecuado. Nuestro cuerpo actual es, por lo tanto, la proyección física exacta de nuestra mentalidad en el momento de nuestra última muerte.
La Bhagavad Gitá continua: “la entidad viviente, que de ese modo ha entrado en otro cuerpo denso adquiere un determinado tipo de ojos, de oído, de lengua, de nariz y de sentido del tacto, que se agrupan en torno a la mente. De ese modo, la entidad viviente disfruta de un conjunto particular de objetos de los sentidos.”
Según los Vedas, “las almas que se hallan en formas inferiores a la humana evolucionan de forma automática hacia la especie inmediatamente superior, llegando finalmente a la forma humana. Pero, puesto que el hombre tiene la libertad de elegir entre materia y espíritu, existe la posibilidad de que el alma descienda de nuevo a las especies inferiores. Las leyes del karma actúan de tal forma que, si un ser humano vive y muerte con una mentalidad animal, similar, por ejemplo, a la de un perro, en su siguiente vida podrá satisfacer sus deseos perrunos con los sentidos y los órganos de un perro. Esta posibilidad no es muy agradable, pero es el destino que espera a quien vive en la ignorancia. La Gitá dice: “quien muere en ignorancia, nace en el reino animal”
Por lo tanto, el alma que ahora se halla en un cuerpo animal, en el pasado pudo haber habitado un cuerpo humano, y viceversa. Si bien el alma puede ocupar, uno tras otro, un cuerpo de planta, animal o de ser humano, su naturaleza intrínseca es siempre la misma. Puesto que es energía espiritual pura, la materia no la puede alterar en modo alguno. La Bhagavad Gitá explica que el alma es “inmutable e invariable”, es solamente el revestimiento corpóreo, con su particular combinación de mente y sentidos, el que aprisiona temporalmente la energía espiritual del alma o por el contrario, la libera.

TODOS LOS SERES VIVOS SON IGUALES

La igualdad básica y trascendental de todos los seres conscientes no es un concepto abstracto, sino una observación que podemos hacer a diario. Todo el que haya tenido un animal doméstico o haya estado en el zoológico habrá podido notar que los animales se comportan del mismo modo que los hombres en lo que se refiere a procurarse alimentos, proteger a sus crías, jugar, dormir, luchar. La gran diferencia es que su inteligencia y sus emociones están menos desarrolladas. En las especies no humanas, el ser viviente se ve dominado sobre todo por los instintos naturales. Como no está capacitado para elegir libremente qué comer, dónde dormir, con quién formar pareja y cómo defenderse, sigue un rígido esquema de conducta que las necesidades de su cuerpo le dictan. Por esa razón, el atmá que habita en formas inferiores a la humana no es responsable de sus acciones, de modo que no crea nuevo karma. Para dar un ejemplo práctico y cotidiano, podemos decir que es como un perro que atraviesa una autopista persiguiendo a un gato; no tiene sentido multarle.

“NO HAGAS A LOS DEMÁS LO QUE NO QUIERAS PARA TI”

Mucha gente, que jamás podrían matar a un animal con sus propias manos porque piensan que sería algo horrible, se considera libre de violencia si comen la carne de animales matados por otros. Esa opinión es superficial, y ninguna autoridad espiritual auténtica la aprueba. Según la ley del karma, todos los implicados en la matanza de un animal son culpables: el que ha dado permiso para que lo maten, el que lo mata, el que le ayuda, el que compra la carne, el que la cocina y el que la come.
A quien sigue una dieta vegetariana le es mucho más fácil vivir en paz, sereno, productivo y preocupado por el bienestar de los demás. Así lo comentaba el físico Albert Einstein: “Un modo de vida vegetariano, con sus positivos efectos sobre el carácter de los hombres, influenciaría de forma más beneficiosa a toda la humanidad”. La conciencia del hombre se contamina con los efectos del karma resultante de actos destructivos y violentos, sus buenas cualidades, quedan abiertas.

LA CAUSA DE LA VIOLENCIA.

En nuestros días, pese al impresionante progreso científico y tecnológico, el mundo sufre una imparable oleada de violencia: guerras, terrorismo, delincuencia, vandalismo, abuso de menores, aborto. La violencia que se manifiesta entre los hombres es una reacción kármica al exterminio de animales. Esto es evidente sobre todo en los países occidentales, donde existen infinidad de mataderos y donde, cada cinco o diez años, estalla una guerra terrible en la que miles y miles de personas son aniquiladas con más crueldad si cabe que los animales en los mataderos.
A veces se plantea la siguiente pregunta: “¿si el atmá es completamente trascendental al cuerpo material, por qué se debería considerar injusta la muerte violenta que se causa para evitar sufrimientos? La Bhagavad Gità dice: “No hay nacimiento ni muerte para el alma. No muere cuando muere el cuerpo.” “Todos los seres vivos deben complear un cierto período presos en un determinado cuerpo material. Antes de pasar al siguiente cuerpo, deben completar el tiempo establecido.”

¿NO ES MALO TAMBIÉN MATAR A LOS VEGETALES?

Otra pregunta metafísica que suele plantearse es la siguiente: “Si todo lo que vive está dotado de la misma naturaleza espiritual, ¿por qué es correcto comer cereales, verduras, etc., Y carne no? ¿es qué los vegetarianos no son culpables de matar a las plantas?” se puede responder, sin más preámbulos, que la fruta, la leche, los frutos secos y los cereales, es decir, los alimentos vegetarianos, se obtienen sin necesidad de matar. Pero también en los casos en que se quita la vida a las plantas, el sufrimiento que se ocasiona es muy inferior al de matar a un animal. Pues el sistema nervioso de las plantas está mucho menos desarrollado. Está claro que hay una gran diferencia entre arrancar una zanahoria de la tierra y matar un cordero. No obstante, también al matar plantas se tiene que sufrir reacciones kármicas.
Krishna en el Gità explica: “el hombre no debe contentarse con comer alimentos vegetarianos, sino que, además, debe ofrecérselos a Él”. Si seguimos ese método de sacrificio, el Señor supremo, nos protegerá de las reacciones kármicas debidas a matar plantas. La Gità afirma: “Los devotos de Krishna se liberan de todo pecado porque comen alimentos que primero se han ofrecido en sacrificio. Los demás, que comen sólo por su propio placer, en verdad comen pecado.”


MÁS ALLÁ DEL VEGETARIANISMO

“Si alguien Me ofrece con amor y devoción una hoja, una flor, fruta o agua, Yo la aceptaré.” (Bhagavad Gità)
En el supermercado la gente olvida un hecho fundamental de la naturaleza: no es el hombre, sino Dios, quien produce los alimentos.
“Todas las almas tienen una relación directa con Dios en el mundo espiritual, (…) la forma humana de vida ofrece a todos la posibilidad de ir de regreso al hogar, de vuelta a Dios. Por lo tanto, toda entidad viviente, y especialmente la que haya alcanzado la forma humana, debe ocuparse en servicio devocional”
El servicio devocional, bhakti-yoga, es la forma de yoga más elevada. En la Gità, tras explicar los diversos tipos de yoga, el señor Krishna, dice: “de todos los yogis, aquel que mora siempre en Mí con gran fe y Me adora sirviéndome con amor trascendental, es el más íntimamente ligado a Mí en yoga y el más elevado de todos.” (…) “Sólo a través del servicio devocional se puede comprender a la Persona Suprema, tal y como es. Y quien, mediante esa devoción, es plenamente consciente del Señor Supremo, puede entrar en el reino de Dios.”

EL YOGA DEL COMER

Krishna dice: “todo lo que hagas, todo lo que comas, todo lo que ofrezcas, y todo lo que des, así como todas las austeridades que realices, hazlo como una ofrenda a Mí”. De modo que la ofrenda de alimentos es una parte importante del yoga de la devoción.
El Señor explica: “Si alguien Me ofrece con amor y devoción una hoja, una flor, fruta o agua, Yo lo aceptaré”. En esa lista no se incluye, huevos, pescado, ni carne. Sólo le ofrece los alimentos puros y selectos.
La perfección máxima de una dieta vegetariana consiste en comer solamente alimentos ofrecidos a Krishna.

CÓMO PREPARAR Y OFRECER LA COMIDA

En la Bhagavad Gità, Krishna establece que los alimentos se pueden clasificar conforme a las tres modalidades de la naturaleza material: bondad, pasión e ignorancia. Los productos lácteos, el azúcar, las verduras, la fruta, los frutos secos y los cereales son alimentos influenciados por la bondad, y se pueden ofrecer a Krishna. En general, los alimentos que se hallan bajo la influencia de la pasión o de la ignorancia no se pueden ofrecer a Krishna: en la Gità dice: “que son alimentos que causan dolor, sufrimiento, y enfermedades y son alimentos putrefactos, descompuestos y sucios”; “Hay algunos alimentos vegetales que caen en las modalidades más bajas como el ajo y la cebolla”; también se deben evitar el café y el té, por su contenido de cafeína. Algunos alimentos son fabricados con aditivos de carne, huevos, pescado; por lo cual hay que observar claramente. También hay que evitar los alimentos precocidos por personas no devotas a Krishna.
La forma más simple de ofrecer el alimento es la siguiente oración: “Querido Señor Krishna, acepta, por favor, esta comida” Recuerde que el verdadero sentido de la ofrenda, no es la comida, sino el acto de devoción y gratitud, los alimentos en sí son secundarios. Tras la ofrenda, cante durante algunos minutos el Mantra Hare Krishna.

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