SÓCRATES: “Una vida sin
examen crítico, no merece ser vivida…”
La filosofía y el conocimiento
“Yo no creo que nadie entre los sabios admita que alguien incurra en
culpas por su propia voluntad, ni que espontáneamente sea culpable de acciones
feas y malas, pues saben que todo lo llevan a cabo acciones feas y malas las
cumple sin quererlo.”
“La ciencia (el conocimiento) es una cosa bella, capaz de dominar al
hombre de manera que si uno sabe qué es el bien y qué es el mal no puede ser
vencido por nada ni obrar de manera distinta sino que la sola sabiduría basta
para ayudar al hombre.”
“¿No sabes - preguntaba Sócrates - que a nadie concederé la gloria de
haber vivido mejor y con más alegría que yo? Pues a mi parecer viven de manera
óptima quienes de la mejor manera se esfuerzan en transformarse en óptimos y
con alegría suma quienes tienen más vivo el sentimiento de estar
transformándose continuamente en mejores.”
La misión de la filosofía. “ Si aún me dijeseis: ¡oh
Sócrates!, no consentimos en lo que quiere Anito, y te dejamos en libertad,
pero con la condición de que no emplees más tu tiempo en hacer esas
investigaciones y que no filosofes más; de lo contrario , si te sorprendemos
nuevamente, morirás; si, como digo, me dejaseis en libertas, pero de acuerdo a ese
pacto, yo os diría: mis queridos atenienses, os saludo, pero obedeceré más bien
a Dios, que no a vosotros, y hasta que yo tenga aliento y fuerzas, no dejaré de
filosofar y de haceros advertencias y daros consejos, a vosotros y a quien se
llegue hasta mí, diciéndole como me es habitual ya:
¡Oh, hombre óptimo!... ¿no te da vergüenza de preocuparte de tus riquezas
con el fin de que se multipliquen hasta lo que sea posible, y de la reputación
y el honor, y no cuidar y tener solicitud de la sabiduría, de la verdad y el
alma, con el objeto de que llegue a ser tan buena como es posible? Y si alguno
de vosotros me responde que él se preocupa de todo ello, no lo dejaré en
seguida; no lo abandonaré, sino que lo interrogaré, lo examinaré y escrutaré. Y
si me parece que no posee la virtud, aunque él lo afirma, lo reprenderé, pues
considera vil lo que es valiosísimo y le atribuye valor a lo que es sumamente
vil. Y esto hago con jóvenes y viejos, en cualquier parte que me encuentre, con
forasteros y ciudadanos….
Pues sabedlo, esto me lo ordena Dios; yo creo que la ciudad no tiene
ningún bien mayor que este servicio que yo presto al Dios,……”
“Querefón, habiendo ido una vez a
Delfos, tuvo la osadía de preguntar al oráculo si había alguien más sabio que
yo. Y la pitia le contestó: nadie. Al oír estas palabras, yo pensé: Qué quiere
decir el Dios? ¿Qué es lo que esconde bajo sus palabras?
Pues tengo la certeza de no ser sabio ni mucho menos. Entonces, ¿qué
quiere decir al afirmar que yo soy el más sabio entre los hombres? (...) Después me puse a indagar. Interpelé a uno de
los que pasan por sabios, y dije para mi mismo: ahora voy a desmentir el
vaticinio y a mostrar al oráculo que este es más sabio que yo (…) Pero, al
examinarle, he aquí lo que me ocurrió. Al conversar con él descubrí que
parecía, sí, sabio a muchos hombres y sobre todo a sí mismo, pero que no lo era
(…) Al irme pensé: de veras que yo soy más sabio que él, pues nadie entre
nosotros sabe nada bello y bueno, pero él cree
saber y no sabe, yo no se pero tampoco creo saber. Y por esta pequeñez
parece que yo soy más sabio, porque no creo saber lo que no sé.”
Para pensar
y reflexionar
1. ¿Cuál es la función de
Sócrates frente a los atenienses?
2. ¿Qué origen atribuye Sócrates
a su misión?
3. Elije cuál de estas
expresiones describe mejor la actitud filosófica en sentido socrático?
Justifica tu elección
a-un trabajo
b- un compromiso
primordial
4. ¿En qué consiste la sabiduría
socrática?
Epicuro y la búsqueda racional del
placer
“Ni el joven postergue el filosofar, ni el anciano se
aburra de hacerlo, pues para nadie está fuera de lugar, ni por muy joven ni por
muy anciano el buscar la tranquilidad del alma. Y quien dice que no ha llegado
el tiempo de filosofar o que ya se ha pasado es semejante a quien dice que no
ha llegado el tiempo de buscar la felicidad o que ya ha pasado. Así, deben
filosofar ancianos y jóvenes: aquellos para enseñar a los jóvenes y éstos para
reunir al mismo tiempo juventud y experiencia”.
“Y hay que considerar que de los deseos unos son
naturales, otros vanos; y de los naturales, unos son necesarios, otros sólo
naturales; y de los necesarios unos lo son para la felicidad, otros para el
bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.
Un recto conocimiento de estos deseos, sabe, en
efecto, supeditar toda elección o rechazo a la salud del cuerpo y a la
serenidad del alma, porque esto es la culminación de la vida feliz. En razón de
esto, todo lo hacemos, para no tener dolor en el cuerpo, ni turbación en el alma.
Una vez lo hayamos conseguido, cualquier tempestad del alma amainará, no
teniendo el ser viviente que encaminar sus pasos hacia alguna cosa de la que
carece, ni buscar ninguna otra cosa con la que colmar el bien del alma y del
cuerpo, pues entonces, tenemos necesidad
del placer, cuando sufrimos por su ausencia pero, cuando no sufrimos, ya
no necesitamos del placer. Y por esto, decimos, que el placer es el principio y
culminación de la vida feliz. Al placer, en efecto, reconocemos como el bien
primero, de él partimos para toda elección y rechazo y a él llegamos juzgando
todo bien con la sensación como norma. Y como éste es el bien primero y
connatural, precisamente por ello no elegimos todos los placeres, sino que hay ocasiones en
que soslayamos muchos, cuando de ellos se sigue para nosotros, una molestia
mayor. También muchos dolores estimamos preferibles a los placeres, tras largo
tiempo de sufrirlos, nos acompaña mayor placer.(…) Conviene juzgar todas estas
cosas con el cálculo y la consideración de lo útil y de lo inconveniente,
porque en algunas circunstancias nos servimos de un bien como de un mal y
viceversa, del mal como de un bien.
La autarquía
como principal virtud
“También a la autosuficiencia la consideramos un gran
bien, no para que siempre nos sirvamos de poco, sino para que, si no tenemos
mucho, nos contentemos con poco, auténticamente convencidos de que más
agradablemente gozan de la abundancia quienes menos tienen necesidad de ella, y
de que todo lo natural es fácilmente procurable y lo vano, difícil de obtener.”
“Ni la posesión de las riquezas, ni la abundancia de
cosas, ni la obtención de cargos o el poder, producen la felicidad y la
bienaventuranza, sino la ausencia de dolores, la moderación en los afectos y la
disposición del espíritu que se mantenga en los límites impuestos por la
naturaleza”.
“La ausencia de turbación (ataraxia) y de dolor
(aponía) son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan
(placeres) en movimiento por su vivacidad. Cuando decimos, entonces, que el placer
es el fin, no queremos referirnos a los placeres de los intemperantes o a los
producidos por la sensualidad (…) sino en hallarnos libre de sufrimientos del
cuerpo y de turbaciones del alma.”
Para pensar y aplicar lo leído
1-
Digan a qué tipo , según la clasificación de Epicuro,
pertenecen cada uno de los siguientes deseos y justifiquen
a-
Tener un vehículo cuatro por cuatro último modelo.
b-
Tomar una bebida caliente en invierno.
c-
Ser sabio
d-
Llevar ropa de abrigo cuando hace frío
e-
Tener amigos
2-
Consideren el ideal de vida que propone Epicuro y señalen si
en opinión de ustedes, es posible realizarlo en el mundo actual y en qué
medida. Fundamenten la respuesta.
3-
Trabajando por grupos en el siguiente ejemplo, señalen todos
los puntos de semejanza y de divergencia entre las conductas (incluidas
creencias) del protagonista y la posición de Epicuro, explicándolos brevemente:
“Eduardo S. ansiaba desde joven ser rico.
Para lograrlo, a partir de un capital inicial relativamente modesto, comenzó a
realizar arriesgadas operaciones financieras e invirtió el dinero ganado en
distintos países, consiguiendo aumentar considerablemente sus rentas. No
obstante, no dilapidó su fortuna sino que donó gran parte de ella para obras de
bien público y ayudó a varios de sus amigos que no estaban en una situación
económica similar a la suya. Cuando alguien lo elogia por su habilidad para los
negocios Eduardo S. se encoge de hombros señalando que ‘ya está escrito’ que él
debe ser rico al igual que lo está que debe ser gordo. Alude con esto último a
su gran voracidad, que lo hace desobedecer inclusive al médico no respetando la
dieta que éste le ha fijado. Sólo por el miedo que siente ante la muerte logra
a veces superar la tentación de ingerir los alimentos prohibidos.
Eduardo S. está totalmente convencido de que el dinero
permite conseguir la felicidad y por eso se dedica de lleno a obtenerlo.”