jueves, 29 de agosto de 2013

DIMENSIÓN MORAL DEL HOMBRE CUARTO AÑO 2013

SÓCRATES: “Una vida sin examen crítico, no merece ser vivida…”
La filosofía y el conocimiento

“Yo no creo que nadie entre los sabios admita que alguien incurra en culpas por su propia voluntad, ni que espontáneamente sea culpable de acciones feas y malas, pues saben que todo lo llevan a cabo acciones feas y malas las cumple sin quererlo.”

“La ciencia (el conocimiento) es una cosa bella, capaz de dominar al hombre de manera que si uno sabe qué es el bien y qué es el mal no puede ser vencido por nada ni obrar de manera distinta sino que la sola sabiduría basta para ayudar al hombre.”

“¿No sabes - preguntaba Sócrates - que a nadie concederé la gloria de haber vivido mejor y con más alegría que yo? Pues a mi parecer viven de manera óptima quienes de la mejor manera se esfuerzan en transformarse en óptimos y con alegría suma quienes tienen más vivo el sentimiento de estar transformándose continuamente en mejores.”

La misión de la filosofía. “ Si aún me dijeseis: ¡oh Sócrates!, no consentimos en lo que quiere Anito, y te dejamos en libertad, pero con la condición de que no emplees más tu tiempo en hacer esas investigaciones y que no filosofes más; de lo contrario , si te sorprendemos nuevamente, morirás; si, como digo, me dejaseis en libertas, pero de acuerdo a ese pacto, yo os diría: mis queridos atenienses, os saludo, pero obedeceré más bien a Dios, que no a vosotros, y hasta que yo tenga aliento y fuerzas, no dejaré de filosofar y de haceros advertencias y daros consejos, a vosotros y a quien se llegue hasta mí, diciéndole como me es habitual ya:
¡Oh, hombre óptimo!... ¿no te da vergüenza de preocuparte de tus riquezas con el fin de que se multipliquen hasta lo que sea posible, y de la reputación y el honor, y no cuidar y tener solicitud de la sabiduría, de la verdad y el alma, con el objeto de que llegue a ser tan buena como es posible? Y si alguno de vosotros me responde que él se preocupa de todo ello, no lo dejaré en seguida; no lo abandonaré, sino que lo interrogaré, lo examinaré y escrutaré. Y si me parece que no posee la virtud, aunque él lo afirma, lo reprenderé, pues considera vil lo que es valiosísimo y le atribuye valor a lo que es sumamente vil. Y esto hago con jóvenes y viejos, en cualquier parte que me encuentre, con forasteros y ciudadanos….
Pues sabedlo, esto me lo ordena Dios; yo creo que la ciudad no tiene ningún bien mayor que este servicio que yo presto al Dios,……”

 “Querefón, habiendo ido una vez a Delfos, tuvo la osadía de preguntar al oráculo si había alguien más sabio que yo. Y la pitia le contestó: nadie. Al oír estas palabras, yo pensé: Qué quiere decir el Dios? ¿Qué es lo que esconde bajo sus palabras?
Pues tengo la certeza de no ser sabio ni mucho menos. Entonces, ¿qué quiere decir al afirmar que yo soy el más sabio entre los hombres? (...)  Después me puse a indagar. Interpelé a uno de los que pasan por sabios, y dije para mi mismo: ahora voy a desmentir el vaticinio y a mostrar al oráculo que este es más sabio que yo (…) Pero, al examinarle, he aquí lo que me ocurrió. Al conversar con él descubrí que parecía, sí, sabio a muchos hombres y sobre todo a sí mismo, pero que no lo era (…) Al irme pensé: de veras que yo soy más sabio que él, pues nadie entre nosotros sabe nada bello y bueno, pero él cree saber y no sabe, yo no se pero tampoco creo saber. Y por esta pequeñez parece que yo soy más sabio, porque no creo saber lo que no sé.”

Para pensar y reflexionar

1.      ¿Cuál es la función de Sócrates frente a los atenienses?
2.      ¿Qué origen atribuye Sócrates a su misión?
3.      Elije cuál de estas expresiones describe mejor la actitud filosófica en sentido socrático? Justifica tu elección
                          a-un trabajo
                          b- un compromiso primordial
4.      ¿En qué consiste la sabiduría socrática?
 

Epicuro y la búsqueda racional del placer
“Ni el joven postergue el filosofar, ni el anciano se aburra de hacerlo, pues para nadie está fuera de lugar, ni por muy joven ni por muy anciano el buscar la tranquilidad del alma. Y quien dice que no ha llegado el tiempo de filosofar o que ya se ha pasado es semejante a quien dice que no ha llegado el tiempo de buscar la felicidad o que ya ha pasado. Así, deben filosofar ancianos y jóvenes: aquellos para enseñar a los jóvenes y éstos para reunir al mismo tiempo juventud y experiencia”.
“Y hay que considerar que de los deseos unos son naturales, otros vanos; y de los naturales, unos son necesarios, otros sólo naturales; y de los necesarios unos lo son para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.
Un recto conocimiento de estos deseos, sabe, en efecto, supeditar toda elección o rechazo a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque esto es la culminación de la vida feliz. En razón de esto, todo lo hacemos, para no tener dolor en el cuerpo, ni turbación en el alma. Una vez lo hayamos conseguido, cualquier tempestad del alma amainará, no teniendo el ser viviente que encaminar sus pasos hacia alguna cosa de la que carece, ni buscar ninguna otra cosa con la que colmar el bien del alma y del cuerpo, pues entonces, tenemos necesidad  del placer, cuando sufrimos por su ausencia pero, cuando no sufrimos, ya no necesitamos del placer. Y por esto, decimos, que el placer es el principio y culminación de la vida feliz. Al placer, en efecto, reconocemos como el bien primero, de él partimos para toda elección y rechazo y a él llegamos juzgando todo bien con la sensación como norma. Y como éste es el bien primero y connatural, precisamente por ello no elegimos  todos los placeres, sino que hay ocasiones en que soslayamos muchos, cuando de ellos se sigue para nosotros, una molestia mayor. También muchos dolores estimamos preferibles a los placeres, tras largo tiempo de sufrirlos, nos acompaña mayor placer.(…) Conviene juzgar todas estas cosas con el cálculo y la consideración de lo útil y de lo inconveniente, porque en algunas circunstancias nos servimos de un bien como de un mal y viceversa, del mal como de un bien.
La autarquía como principal virtud
“También a la autosuficiencia la consideramos un gran bien, no para que siempre nos sirvamos de poco, sino para que, si no tenemos mucho, nos contentemos con poco, auténticamente convencidos de que más agradablemente gozan de la abundancia quienes menos tienen necesidad de ella, y de que todo lo natural es fácilmente procurable y lo vano, difícil de obtener.”
“Ni la posesión de las riquezas, ni la abundancia de cosas, ni la obtención de cargos o el poder, producen la felicidad y la bienaventuranza, sino la ausencia de dolores, la moderación en los afectos y la disposición del espíritu que se mantenga en los límites impuestos por la naturaleza”.
“La ausencia de turbación (ataraxia) y de dolor (aponía) son placeres estables; en cambio, el goce y la alegría resultan (placeres) en movimiento por su vivacidad. Cuando decimos, entonces, que el placer es el fin, no queremos referirnos a los placeres de los intemperantes o a los producidos por la sensualidad (…) sino en hallarnos libre de sufrimientos del cuerpo y de turbaciones del alma.”
Para pensar y aplicar lo leído
1-      Digan a qué tipo , según la clasificación de Epicuro, pertenecen cada uno de los siguientes deseos y justifiquen
a-      Tener un vehículo cuatro por cuatro último modelo.
b-      Tomar una bebida caliente en invierno.
c-      Ser sabio
d-      Llevar ropa de abrigo cuando hace frío
e-      Tener amigos
2-      Consideren el ideal de vida que propone Epicuro y señalen si en opinión de ustedes, es posible realizarlo en el mundo actual y en qué medida. Fundamenten la respuesta.
3-      Trabajando por grupos en el siguiente ejemplo, señalen todos los puntos de semejanza y de divergencia entre las conductas (incluidas creencias) del protagonista y la posición de Epicuro, explicándolos brevemente: “Eduardo S. ansiaba desde joven ser rico. Para lograrlo, a partir de un capital inicial relativamente modesto, comenzó a realizar arriesgadas operaciones financieras e invirtió el dinero ganado en distintos países, consiguiendo aumentar considerablemente sus rentas. No obstante, no dilapidó su fortuna sino que donó gran parte de ella para obras de bien público y ayudó a varios de sus amigos que no estaban en una situación económica similar a la suya. Cuando alguien lo elogia por su habilidad para los negocios Eduardo S. se encoge de hombros señalando que ‘ya está escrito’ que él debe ser rico al igual que lo está que debe ser gordo. Alude con esto último a su gran voracidad, que lo hace desobedecer inclusive al médico no respetando la dieta que éste le ha fijado. Sólo por el miedo que siente ante la muerte logra a veces superar la tentación de ingerir los alimentos prohibidos.
Eduardo S. está totalmente convencido de que el dinero permite conseguir la felicidad y por eso se dedica de lleno a obtenerlo.”